lunes, septiembre 19, 2005

Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto de constitución del Contingente Internacional de Médicos

Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve” y graduación nacional de estudiantes de medicina, en la Ciudad Deportiva, el 19 de septiembre de 2005, “Año de la Alternativa Bolivariana para las Américas”.

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)



Médicos del curso 2004-2005 que acaban de graduarse;

Miembros de la brigada “Henry Reeve”;

Profesionales de la salud que han cumplido gloriosas misiones internacionales;

Estudiantes de cuarto, quinto y sexto años de las Facultades de Ciencias Médicas de la Capital (Aplausos);

Alumnos de la Escuela Latinoamericana de Medicina (Aplausos);

Jóvenes que cursan estudios de enfermería y tecnología de la salud (Aplausos);

Profesores, familiares e invitados (Aplausos);

Compatriotas:

La cifra de los graduados latinoamericanos y caribeños de la Escuela Latinoamericana de Medicina procedentes de países de Sur, Centro y Norteamérica, sumados a los jóvenes cubanos que se gradúan hoy, arroja 3 515 nuevos médicos que estarán al servicio de nuestros pueblos y del mundo.

Esta cifra crecerá hasta rebasar la de diez mil nuevos médicos por año para cumplir el compromiso de formar en Cuba cien mil médicos latinoamericanos y caribeños en diez años, bajo los principios del ALBA, suscritos entre Cuba y Venezuela, que aportará igual cifra, en marcha decidida hacia la integración de nuestros pueblos.

Graduarse de médico es abrir las puertas de un largo camino que conduce a la más noble actividad que un ser humano puede hacer por los demás.

Aunque cada persona y cada pueblo tiene derecho a una vida sana y a disfrutar el privilegio de una existencia prolongada y útil, las sociedades más ricas y desarrolladas, dominadas por el afán de lucro y el consumismo, han convertido los servicios médicos en vulgar mercancía, inaccesibles para los sectores más pobres de la población. En muchos países del Tercer Mundo tales servicios apenas existen. Y, entre los desarrollados y los eufemísticamente calificados como “países en desarrollo”, las diferencias son abismales. Mientras las estadísticas hablan de países desarrollados con índices de mortalidad infantil inferiores a 10 por cada 1 000 nacidos vivos, y algunos exhiben perspectivas de vida que alcanzan o rebasan los 80 años de edad, otros países, como muchos de Africa, se tienen que resignar a mortalidades infantiles en menores de un año que superan los 100 y no pocas veces los 150 por cada 1 000 nacidos vivos, y una esperanza de vida que disminuye y en algunos fluctúa ya entre 30 y 40 años. Mientras esto ocurre a los ojos del mundo, los gastos militares ascienden a un millón de millones de dólares cada año, solo comparable a otro gasto absurdo, el de la publicidad comercial, que también se eleva a un millón de millones. Cualquiera de los dos, bien invertido año tras año, sería más que suficiente para que todos los habitantes del planeta alcanzaran a vivir decorosamente.

Ni el clima ni el potencial genético son la causa de la tragedia. Cuba, país tropical, de clima caluroso y húmedo, más propicio a virus, bacterias y hongos, mezcla de etnias su población, sometida a cruel bloqueo y guerra económica durante casi medio siglo, muestra, a pesar de ello, un índice de mortalidad infantil menor de 6 por cada 1 000 nacidos vivos en su primer año de vida (Aplausos), debajo de Canadá por escaso margen, se encamina a menos de 5 y tal vez menos de 4 en un futuro no lejano, para ocupar el primer lugar del continente. A su vez tardará la mitad del tiempo que empleó Suecia y Japón para elevar de 70 a 80 años su perspectiva de vida, que hoy alcanza los 77,5 años. Sus servicios médicos han elevado esas perspectivas en casi 18 años a partir de aproximadamente 60 al triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959.

Parecerían presuntuosas estas palabras si no se pudiera calificar hoy a nuestra Patria con toda justicia como el país que más ha hecho en el mundo para compartir con otros pueblos sus conocimientos y experiencias médicas.

Ni una sola vez, a lo largo de su abnegada historia revolucionaria, nuestro pueblo dejó de ofrecer su ayuda médica solidaria en caso de catástrofes a otros pueblos que la requirieran, sin importar cuán abismales eran las diferencias ideológicas y políticas, o las graves ofensas recibidas de los gobiernos de cualquier país.

Nuestros conceptos sobre la condición humana de otros pueblos y el deber de la hermandad y la solidaridad jamás fueron ni serán traicionados. Decenas de miles de médicos y profesionales de la salud cubanos esparcidos por el mundo son testimonio irrebatible de lo que afirmo. Para ellos no existirán jamás barreras idiomáticas, sacrificio, peligros u obstáculos. Se han cumplido ya 43 años desde que Cuba envió la primera brigada médica a Argelia, recién liberada del colonialismo tras heroica lucha por la independencia.

Al cabo de más de cuatro décadas, y finalizando ya el período especial, los servicios médicos se convirtieron en el más importante renglón del intercambio de bienes y servicios de nuestro país con el mundo en la esfera de la economía, sin que por ello Cuba haya dejado de brindar su cooperación médica de forma absolutamente gratuita a más de 60 países del Tercer Mundo que no disponen de recursos económicos. Así ha sido y será siempre.

Nada de lo que he dicho será, sin embargo, comparable a los Programas Integrales de Salud nacidos después que el huracán Mitch azotó Centroamérica en el año 1998, ocasionando la muerte a decenas de miles de niños y adultos, fundamentalmente personas pobres y desamparadas.

Prometimos enviar suficientes médicos para salvar, cada año, tantas vidas como las que destruyó el huracán. Surgió también, casi de inmediato, la ELAM, Escuela Latinoamericana de Medicina (Aplausos). El programa integral se extendió a otras naciones latinoamericanas y del Caribe y muy pronto a numerosos y apartados países de África. Hoy, hasta Timor Leste (Aplausos), en la lejana Oceanía, está incluido en el Programa Integral de Salud cubano.

La ELAM cuenta ya con más de 12 mil estudiantes (Aplausos). Hace apenas dos meses, graduó sus primeros 1 610 médicos. A ese acto acudieron numerosos primeros ministros y altos funcionarios de la región, entre ellos nuestro entrañable hermano Hugo Chávez (Aplausos), Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, a la que nos unen indestructibles lazos históricos y de lucha común por la plena independencia e integración de nuestros pueblos.

Ambos, en nombre de los pueblos de Venezuela y Cuba, nos hemos comprometido profundamente con el apoyo a la salud, la alfabetización, la educación, la Misión Milagro, Petrocaribe, Electrocaribe, la lucha contra el VIH y otros importantes programas sociales y económicos de gran contenido humano e integrador en nuestra área.

La ingente tarea de preservar y devolver la vista a no menos de seis millones de latinoamericanos y caribeños y de formar 200 mil profesionales de la salud en diez años no tiene precedentes en el mundo.

Tengo, sin embargo, la convicción de que estos programas serán superados. El 30 de junio se habló de extender la Misión Milagro a los países del Caribe. Hoy, 81 días después, puedo informarles que el número de caribeños operados de la vista en nuestro país asciende ya a 4 212 y el de hermanos venezolanos, a lo largo del presente año, a 79 450 (Aplausos), que sumados alcanzan la cifra de 83 662.

Los grandes avances alcanzados en este campo por nuestra patria se extenderán a otros países hermanos de nuestra región a través de los jóvenes profesionales que comienzan a graduarse en la Escuela Latinoamericana de Medicina (Aplausos).

Es un hecho real que la cooperación médica de Cuba y sus instituciones de investigación científica con otras partes del mundo se extiende rápidamente en beneficio de la humanidad. No tiene por ello nada de extraño la conducta de Cuba, que no vaciló en ofrecer al pueblo de Estados Unidos el inmediato envío de personal médico experimentado con los recursos indispensables para la atención urgente de personas en riesgo de muerte a causa de un gran desastre natural. A esto se unía el hecho de que nuestro país es el más cercano a la zona golpeada por el huracán y estaba en capacidad de enviar auxilio humano y material en cuestión de horas. Era como si un gran crucero norteamericano con miles de viajeros a bordo estuviera hundiéndose en las proximidades de nuestras costas. No podíamos permanecer indiferentes. Nadie creería que tal auxilio pudiese ser considerado como una ofensa o una humillación. Nuestro mensaje se envió a las autoridades federales de Estados Unidos apenas cruzó el Katrina con su devastadora fuerza sobre Nueva Orleans. Duele pensarlo, pero tal vez algunas de aquellas personas desesperadas, sitiadas por las aguas y al borde de la muerte, pudieron salvarse. Dura lección para los que el falso orgullo y erróneos conceptos los condujeron a no responder siquiera tardíamente a nuestro ofrecimiento, que no sería la primera vez en circunstancias similares. Algunos han pretendido justificar esta conducta alegando el rechazo de Cuba a la ridícula oferta pecuniaria de 50 mil dólares que, por obvias razones históricas y morales, en medio de un bloqueo que ha costado decenas de miles de millones de dólares, unido a hostigamiento y agresiones durante medio siglo que han costado millares de vidas, debíamos rechazar. Nosotros no ofrecíamos dinero; ofrecíamos salvar vidas, y nuestro ofrecimiento está en pie para hoy o para mañana, como es y será norma de Cuba con cualquier pueblo del mundo (Aplausos).

Si sobre este tema hemos hablado, fue porque en una larga lista de países que ofrecieron ayuda se ocultó el nombre de Cuba, causando confusión y hasta asombro a muchos amigos de nuestro país en el mundo. Así lo explicamos el 2 de septiembre, tres días después de nuestro ofrecimiento, concretando la disposición de enviar por aire, entre 12 y 36 horas a 1 100 médicos con 24 toneladas de medicamentos indispensables en sus mochilas. Transcurridas 48 horas, el 4 de septiembre, aquella fuerza que alcanzaba ya el número de 1 586 profesionales, lista para partir con 36 toneladas de medicamentos, reunida en el Palacio de las Convenciones, fue denominada Fuerza Médica “Henry Reeve” (Aplausos), en memoria de aquel excepcional joven combatiente norteamericano que murió luchando por la independencia de Cuba.

El 12 de septiembre, en horas de la noche, se entregó al periódico Granma una nota informativa, publicada el día 13. En ella se comunicaba que la graduación médica del curso 2004-2005 se llevaría a cabo el 19 de septiembre a las 5:00 de la tarde en la Plaza de las Banderas de la Escuela Latinoamericana de Medicina —el tiempo nos obligó a cambiar a tiempo. Se comunicaba igualmente, y cito de forma textual, que:

“Ese día será constituida una organización que hasta hoy no tiene precedente en el mundo: el Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias (Aplausos). Este ocupará el lugar de la Fuerza Médica constituida para apoyar al pueblo de Estados Unidos tan pronto el Katrina golpeó con toda su brutalidad el sur de ese país. Su objetivo no será sólo apoyar a una nación determinada, sino cooperar de inmediato, con su personal especialmente entrenado, con cualquier país que sufra una catástrofe similar, especialmente los que enfrenten grandes azotes de huracanes, inundaciones u otros fenómenos naturales de esa gravedad. Llevará el mismo nombre que enarboló la Fuerza Médica nacida a raíz de la tragedia que acaba de sufrir el pueblo de Estados Unidos, ‘Henry Reeve’ (Aplausos).”

Habían transcurrido ya 14 días sin respuesta alguna a nuestro ofrecimiento.

El miércoles 14 de septiembre, en horas de la noche, me reuní de nuevo con todos los componentes de aquella fuerza en pleno proceso de profundización de sus conocimientos para informarles sobre la declaración de la Gobernadora de Luisiana, conocida en Cuba ese mismo día, y el mensaje enviado por Bruno Rodríguez, viceministro primero de Relaciones Exteriores de Cuba, cuyo contenido leo hoy de forma textual para información pública.

“Honorable Kathleen Babineaux Blanco, Gobernadora, estado de Louisiana.

“Señora gobernadora, hemos leído atentamente su Orden Ejecutiva No. KBB 2005-33 que establece la Declaración de Emergencia de Salud Pública y Suspensión del Procedimiento Estadual de Otorgamiento de Licencia a los Profesionales y Personal Médico Externo, la cual señala textualmente que ‘...aunque un número de personas han sido rescatadas, hay muchas otras esperando ser rescatadas, evacuadas y recibir asistencia médica y muchos ciudadanos han sufrido y sufrirán enfermedades y heridas...’. La Declaración señala también que ‘...el número de profesionales médicos actualmente disponible en el Estado para responder a esta emergencia es insuficiente y existe una necesidad suplementaria inmediata de personal médico, con el objetivo de brindar asistencia a aquellos afectados por el desastre...

“Deseo comunicarle que el personal cubano necesario ofrecido a los Estados Unidos para socorrer a la población y aliviar los sufrimientos de las víctimas del huracán Katrina hasta la cifra de 1 586 médicos de calificación y experiencia, con los medicamentos adecuados o cualquier otro que las nuevas circunstancias demanden, está listo para partir de inmediato por vía aérea hacia el estado de Louisiana tan pronto usted disponga de la autorización correspondiente de las autoridades federales.

“Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro a.i.”

Han transcurrido hasta hoy, 19 de septiembre, otros cinco días, y las autoridades federales no han dicho una palabra. Cada vez existen, por tanto, más razones para pensar que en esta ocasión el generoso y oportuno ofrecimiento de nuestro pueblo no será aceptado.

Como la tragedia que vive el mundo es cada vez más evidente, ratificamos la decisión de crear hoy, 19 de septiembre del 2005, el Contingente “Henry Reeve” (Aplausos). Lo integrarán, en primer lugar, los miembros de la actual Fuerza que lleva ese nombre. A ella se sumarán sucesivamente 200 voluntarios de la actual graduación de médicos, 200 de la anterior graduación 2003-2004, 600 alumnos del sexto año de Medicina del curso 2005-2006, y 800 del quinto año de este propio curso —después vendrán los demás, nadie se sienta excluido— (Aplausos).

Las decenas de miles de especialistas en Medicina General Integral, así como los Licenciados en Enfermería y Tecnólogos de la Salud cubanos que cumplen o han cumplido misiones en el exterior constituyen una cantera inagotable para el Contingente “Henry Reeve” (Aplausos).

Independientemente de los conocimientos como médicos generales, los más jóvenes, o los especialistas en Medicina General Integral, que serán la mayoría, u otras especialidades, y sea cual fuere el lugar de nuestro país o del mundo donde desempeñen sus funciones normales, todos los miembros del Contingente deben poseer sólidos conocimientos epidemiológicos y de enfermedades asociadas a catástrofes, dos idiomas extranjeros de los más usuales; poseer condiciones físicas apropiadas y, según el caso, la disposición y preparación necesarias para trasladarse rápidamente por diversos medios al punto donde se les necesite con urgencia. A esta gloriosa organización, la primera de su tipo en la historia de una humanidad cada vez más requerida de cooperación y solidaridad, podrán ingresar jóvenes latinoamericanos y caribeños graduados de la ELAM, incluidos ciudadanos norteamericanos que estudian en ella.

El Contingente “Henry Reeve” puede no sólo apoyar a la población en casos de huracanes, inundaciones y otros desastres naturales similares. Determinadas epidemias constituyen verdaderos desastres naturales y sociales. Basta citar, por ejemplo, el dengue hemorrágico, que azota a un número creciente de países latinoamericanos, privando de la vida especialmente a los niños, y otras viejas o nuevas enfermedades graves, de las que podemos y debemos conocer las formas más eficientes de combatirlas. Existe en particular una terrible epidemia ―llamémosla así― que azota al mundo: el VIH, SIDA. Esta amenaza con liquidar naciones enteras e incluso extensas regiones continentales. En la prevención y la lucha contra esa enfermedad, Cuba ocupa lugar prominente en el mundo. Analizado el índice que prevalece en este hemisferio, se puede apreciar que hay países de infestación media, donde la prevalencia del SIDA en el año 2003 —fue la última publicada— puede ser 2,4 por ciento, 2,3 por ciento, 3,2 por ciento de la población adulta entre 15 y 49 años. No cito nombres, por obvias razones. En otros la infestación es todavía mucho más alta. El mejor índice después de Cuba es 0,6 por ciento. Tampoco cito nombre. En Cuba es 0,07 por ciento (Aplausos), es decir, 8,6 veces menos prevalencia que el país que más se acerca.

Nuestros médicos, nuestros científicos, nuestros químicos farmacéuticos, y de modo especial los que componen el Contingente “Henry Reeve”, deben conocer el máximo posible sobre el SIDA, los métodos más eficientes para combatirlo, y sobre todo que tales métodos se adapten a las condiciones concretas de cada país.

Cuando las naciones desarrolladas inmensamente ricas decidan cooperar realmente con los países africanos y otros del mundo en la lucha contra el SIDA, necesitarán profesionales como los del Contingente “Henry Reeve” (Aplausos). Entonces se comprenderá en toda su magnitud el valor de este paso. Los estados desarrollados y ricos disponen de capital financiero, pero no disponen de capital humano. Si se desea evitar la transmisión de madre a hijo, por ejemplo, hay que practicarle una cesárea a la madre; las madres viven en las aldeas y a las aldeas africanas no van los médicos del mundo desarrollado, no están diseñados para eso.

Hay que formar los médicos que requieran los campos, las aldeas, los barrios marginados y pobres de las ciudades del Tercer Mundo. Incluso en países inmensamente ricos, como Estados Unidos, decenas de millones de afroamericanos, indios, inmigrantes latinos, haitianos y otros, carecen de programa y asistencia médica.

Nosotros ofrecemos formar profesionales dispuestos a luchar contra la muerte (Aplausos). Nosotros demostraremos que hay respuesta a muchas de las tragedias del planeta. Nosotros demostramos que el ser humano puede y debe ser mejor. Nosotros demostramos el valor de la conciencia y de la ética. Nosotros ofrecemos vidas (Aplausos).

¡Vivan los defensores de la vida que hoy se gradúan! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)

¡Vivan las médicas y los médicos capaces de vencer la muerte! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)

¡Viva el glorioso Contingente Internacional “Henry Reeve”! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

(Ovación).

domingo, septiembre 04, 2005

Palabras pronunciadas por el Presidente de la República de Cuba Fidel Castro Ruz, en el encuentro con las fuerzas médicas prometidas

para apoyar al pueblo de Estados Unidos, en las regiones afectadas por el huracán Katrina. 4 de septiembre de 2005.

Queridos integrantes de la fuerza médica constituida para ofrecer apoyo a los afectados por el huracán Katrina en el sur de Estados Unidos;

Distinguidos invitados;

Compatriotas:

Hace apenas 48 horas estaba concluyendo mis palabras en la Mesa Redonda, donde reiteraba con toda precisión nuestra oferta de enviar una fuerza médica con los medios necesarios para prestar ayuda emergente a decenas de miles de norteamericanos atrapados entre las inundaciones y las ruinas que dejó tras sí el huracán Katrina a su paso por Luisiana y otros estados del sur de Estados Unidos.

Era evidente que el mayor peligro lo corrían aquellas masas desesperadas de población humilde, entre ellas muchas personas de la tercera edad con problemas de salud, mujeres embarazadas, madres y niños, que tenían necesidad urgente de atención médica.

En tal situación, no importa cuán rico sea el país, el número de sus científicos y sus grandes avances técnicos; lo que en ese instante se requiere son profesionales jóvenes y bien entrenados, curtidos por la experiencia probada de trabajo médico en circunstancias anómalas, que con un mínimo de recursos puedan ser enviados de inmediato, por aire o cualquier otra vía, a edificaciones o puntos concretos, donde seres humanos estén en peligro de muerte.

En el caso de Cuba, a muy poca distancia de Luisiana, Mississippi y Alabama, se daban esas circunstancias propicias para ofrecer apoyo al pueblo norteamericano. A Estados Unidos en ese momento se le podían donar de todas partes del mundo miles de millones de dólares sin que con ello se salvara una sola vida de las que en Nueva Orleans y otros puntos críticos corrían en esos instantes mortales peligros. Cuba no podría hacer lo más mínimo para auxiliar a los tripulantes de una nave espacial o de un submarino nuclear en peligro; pero a las víctimas del Katrina, en riesgo inminente de muerte, podía ofrecerles significativa y vital ayuda. Y eso fue lo que hizo desde el primer instante, el martes 30 de agosto, a las 12:45 p.m., cuando apenas habían cesado los vientos y las lluvias. No se arrepiente de ello, aunque ni siquiera se haya mencionado su nombre en la larga lista de países que ofrecieron solidaridad al pueblo norteamericano.

Porque sabía muy bien que contaba con hombres y mujeres como ustedes, me atreví a reiterar la oferta tres días después, al prometer que en menos de 12 horas podrían estar en Houston los primeros 100 médicos con los recursos vitales cargados en sus mochilas; en 10 horas más, otros 500; y en menos de 36 horas, 500 más, para una suma total de 1100, que pudieran salvar aunque fuera una sola vida de las muchas que en esos instantes dramáticos estaban en riesgo de perderse.

Tal vez algunos que desconocen el honor y el espíritu solidario de nuestro pueblo pensaron que se trataba de un bluff o una ridícula exageración. Jamás nuestro país juega con asuntos tan serios, ni ha practicado nunca el deshonor de la demagogia o la mentira. Es por ello que con orgullo nos reunimos en esta sala del Palacio de Convenciones, donde hace solo tres días se guardó un minuto de silencio por las víctimas del huracán que azotó a Estados Unidos, y se expresaron nuestras más sentidas condolencias a ese pueblo hermano. Aquí estamos, y no con 1100 sino con 1586 médicos, incluidos 300 de reserva, ante las noticias cada vez más alarmantes que llegaban. En realidad se han incorporado a última hora otros 300 médicos, aproximadamente, adicionalmente convocados que no podían estar aquí, pues ya anunciamos la disposición de enviar miles más si fuera necesario. Pero esos 300 están en otras salas de este Palacio de las Convenciones participando del acto. Bastaron 24 horas para que desde todos los rincones del país se movieran hacia nuestra capital la totalidad de los convocados para llevar a cabo la misión prometida. Hemos cumplido con absoluta puntualidad y precisión.

Ustedes honran la noble profesión médica. Ustedes, con su respuesta rápida y sin vacilación alguna, dispuestos a cumplir el deber en nuevas y difíciles condiciones, están escribiendo una página en la historia de la solidaridad entre los pueblos y están señalando un camino de paz a la sufrida y amenazada especie humana a la cual pertenecemos todos.

En esa fuerza médica están incluidos —y me refiero a los 1 586 mencionados inicialmente:

· 1097 especialistas en Medicina General Integral, de los cuales más de 600 estudian Maestrías en Ciencias Médicas;

· 351 médicos generales e intensivistas;

· 72 profesionales que dominan dos especialidades médicas; y

· 66 especialistas en Cardiología, Pediatría, Gastroenterología, Cirugía, Psiquiatría, Epidemiología y otras especialidades.

De esta fuerza:

· 699 médicos han cumplido una o más misiones internacionales en 43 países, algunos tres; y

· 727 se encontraban preparados y a punto de partir para cumplir misión en América Latina, África y Asia, los cuales podían incorporarse a esta fuerza por la urgencia de la situación en el sur de Estados Unidos, y sin dejar de cumplir, con otro personal de similares características, los compromisos internacionales contraídos con otros países.

La edad promedio de todo el personal es de 32 años —la inmensa mayoría no había nacido al triunfo de la Revolución y unos cuantos no habían nacido ni siquiera 15 años después del triunfo, es todo fruto de estos años duros—, y la experiencia promedio en el ejercicio profesional no menos de 10 años. Algunos más, otros menos, la mayoría más.

729 son hombres y 857 mujeres.

La gravedad de la situación sanitaria y los peligros que dejó tras sí en Estados Unidos el huracán Katrina se refleja de forma elocuente en las agencias cablegráficas internacionales y en la propia prensa de Estados Unidos:

La agencia EFE informa que en el estadio de Houston, Texas, ahora convertido en albergue de más de 15 mil personas evacuadas desde Nueva Orleans, apenas unas tres mil han podido recibir atención. Se ha reportado allí la existencia de enfermedades altamente contagiosas, así como brotes de diarreas y vómitos que amenazan con propagarse aceleradamente debido a las condiciones de hacinamiento en que se encuentran estas personas.

El Washington Post en su edición de ayer sábado informa que las principales necesidades en Mississippi en estos momentos son combustible y asistencia médica.

Un despacho de la agencia AP informa que dos de los hospitales con mayores problemas en Nueva Orleans fueron evacuados después que los médicos desesperados, pasaron dos días tomando la difícil decisión de a qué pacientes debían repartirles el escaso suministro de comida, agua y medicamentos. Tres enfermos terminales fallecieron durante la evacuación, y no se podría precisar cuántos murieron antes de que llegara finalmente la ayuda. Algunos empleados del hospital se suministraron entre sí sueros intravenosos a la espera de ser rescatados.

La cadena Fox News destacó ayer que los trabajadores de la salud en Nueva Orleans están trabajando las 24 horas, sin descanso, para tratar a los pacientes en estado crítico y prevenir una catástrofe sanitaria en las ya abarrotadas instalaciones médicas. Estos trabajadores de la Salud han estado trabajando sin descanso pero se agotan las fuerzas; se necesita hacer algo urgente.

Un vocero del Departamento de Salud y Hospitales de Luisiana, Kyle Viator, declaró ayer que “tenemos pacientes de diálisis, diabetes, personas que necesitan un tratamiento regular y prescripciones. Nuestros recursos se acaban. Un tercio de la población está desplazada en estos momentos, y en ese grupo se incluye nuestro personal médico”.

Un artículo del diario español El Mundo recoge los dramáticos testimonios de Nina Ferguson, de 46 años, residente negra de Nueva Orleans, quien asegura no haber podido reprimir las náuseas nada más bajar del camión militar que la condujo a Houston, y añadió: “para esto nos quedábamos mejor en el Centro de Convenciones, donde he visto morir bebés deshidratados y a varios ancianos sin que nadie se preocupara por ellos”.

Otra residente Rosanne Asuen, diabética y obesa, tuvo que ser reanimada por una enfermera voluntaria que luchaba como ella por salir de allí.

Una madre, Evelyn Sander, de 23 años, cuenta cómo limpiaba el sudor de la frente de su bebé de un mes de nacido, Isaiah, con síntomas de deshidratación y comido por las moscas.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), expresó en un comunicado difundido ayer sábado su preocupación por la situación de los niños en las zonas afectadas. Según la UNICEF, se calcula que entre un tercio y una cuarta parte del millón doscientas mil personas que quedaron desamparadas en Luisiana, Mississippi y Alabama son niños.

Un portavoz del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), con sede en Atlanta, dijo a EFE que las aguas estancadas presentan un ambiente idóneo para la propagación del Virus del Nilo, así como el surgimiento de brotes de Hepatitis A y de la bacteria E. Coli, un patógeno potencialmente mortal que puede provocar, entre otros síntomas, diarreas y fallos renales.

Un cable de la AFP fechado ayer en Houston señala que Texas prometió albergar a los miles de personas desplazadas, y que en los hoteles de Houston comienza a faltar el agua y los enfermos demoran en ser curados. Steven Glonsky, médico del Hospital Metodista de esa ciudad, quien pasó trece horas atendiendo a sobrevivientes deshidratados, traumatizados y con enfermedades crónicas como Diabetes e Hipertensión, aseguró que se trataba de una crisis sin precedentes.

El jefe de la bancada republicana del Senado norteamericano, Hill Frist, quien se encuentra en Nueva Orleans, reconoció que “los médicos y las enfermeras están haciendo un gran trabajo, pero sigue habiendo un grave problema de distribución de la asistencia”, y que “decenas de personas mueren cada día”.

Según el Boston Globe, Luisiana y Mississippi están enfrentando el peor desastre de salud pública de la nación en muchas décadas.

Ese mismo diario recoge declaraciones del doctor Marshall Bouldin, Director de Diabetes y Metabolismo del Centro Médico Universitario en Mississippi, Jackson, quien señaló: “tenemos la oportunidad de ver cosas que no hemos visto en muchos años: cólera, fiebre tifoidea, tétanos, malaria. No habíamos visto condiciones tales en 50 años. Las personas están hacinadas y deambulan entre los excrementos”.

Sería interminable la lista de problemas de salud referidos de forma prácticamente unánime por la prensa y por las instituciones especializadas en cuestiones de salud.

Las mochilas de nuestros médicos contienen precisamente aquellos recursos requeridos para enfrentar sobre el terreno los problemas relacionados con la deshidratación, la hipertensión arterial, la Diabetes Mellitus, las infecciones en cualquier lugar del organismo: pulmones, huesos, piel, oído, vías urinarias, sistema reproductivo, aparato digestivo. Igualmente, medicamentos contra los vómitos; medicamentos que alivian el dolor y reducen la fiebre; medicamentos para la atención inmediata de las urgencias cardiacas, las alergias de cualquier tipo; para el tratamiento del asma bronquial y otros problemas similares con apenas cuatro decenas de productos de probada eficiencia en tales situaciones de urgencia.

Estos profesionales disponen de dos mochilas, cada una de las cuales lleva la colección de tales productos con 12 kilogramos de peso cada mochila; en realidad esto pudo comprobarse cuando se reunieron todas las necesarias, y en esas mochilas, que son de por sí mochilas grandes, solo cabía la mitad de ellas, es por eso que fue necesario preparar dos para cada uno, más el pequeño maletín donde están los equipos para el diagnóstico, apoyados, además, por una gran experiencia clínica que es lo que más se destaca en la característica de nuestros médicos, acostumbrados a prestar su servicio allí donde muchas veces se carece totalmente de equipos de Rayos X, ultrasonidos, análisis de heces fecales, de sangre, etcétera, etcétera. Los medicamentos suman en total, al ascender el número de médicos, 36 toneladas. El cálculo inicial era menor.

Cuba posee autoridad moral para opinar sobre el tema y hacer esta oferta. Cuenta hoy con el más alto índice de médicos per cápita entre todos los países del mundo, y ningún otro ha desarrollado mayor cooperación en el campo de la salud con otros pueblos.

De más de 130 mil profesionales de la salud de nivel universitario, en este momento, 25.845 cumplen misión internacional en 66 países. Atienden una población de 85 millones 154 mil 748 habitantes, 34 millones 700 mil en América Latina y el Caribe y 50 millones 400 mil en África y Asia. De ellos, 17.651 son médicos, 3.069 son estomatólogos y 3.117 son tecnólogos de la salud en ópticas y otras áreas.

Hoy en Cuba estudian Medicina más de 12 mil jóvenes procedentes de otros países, especialmente de América Latina y el Caribe, sin costo alguno, y este número se multiplicará rápidamente. En la Escuela Latinoamericana de Medicina estudian incluso decenas de jóvenes norteamericanos, y sus puertas están abiertas, desde que se fundó, para estudiantes de ese país.

Hoy mismo recibí una emocionante carta de alumnos egresados de ese Centro, que dice textualmente:

“Excelentísimo Comandante Fidel Castro Ruz;

“Querido Comandante en Jefe:

“A partir de los horrorosos hechos ocurridos en Nueva Orleans consecuencia del devastador huracán Katrina, y de su intervención en horas de la tarde en la Mesa Redonda, nosotros, los hondureños y otros graduados de la ELAM, nos sentimos conmovidos por la situación que padecen actualmente los hermanos norteamericanos, y habiendo sido nosotros mismos víctimas de un desastre natural, como lo fue el huracán Mitch, nos solidarizamos ante esta tragedia y deseamos sumarnos a la oferta que usted ha hecho a ese hermano pueblo de enviar médicos generales para auxiliar en estos momentos críticos.

“Sepa que en nosotros tiene ‘médicos dispuestos a ir allí donde más se les necesite’.

“Nuestros caminos incorporados a su sueños.

“Con cariño infinito y eternamente agradecidos,

“Primera Promoción de Graduados de la ELAM.”

Esta carta la suscriben 85 jóvenes recién graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina, quienes manifiestan que las firmas y nombres representan a los compañeros presentes en La Habana, y que existen más compañeros dispuestos pero que se encuentran fuera del país de vacaciones.

Cuando se inició nuestra primera guerra de independencia en 1868, un grupo de ciudadanos norteamericanos se incorporó a las fuerzas patrióticas cubanas. Uno de ellos, muy joven, se destacó por su excepcional valor y escribió páginas de admirable heroísmo: Henry Reeve. Su nombre inolvidable está inscrito en el corazón de nuestro pueblo y junto al de Lincoln y otros norteamericanos ilustres, en la Tribuna erigida durante los días de la lucha por el regreso del niño Elián González, en la que el noble pueblo de Estados Unidos fue factor decisivo en la obtención de una decisión justa.

Henry Reeve, ya casi inválido por sus heridas después de siete años de guerra, cayó combatiendo el 4 de agosto de 1876, en las cercanías de Yaguaramas, hoy provincia de Cienfuegos.

Propongo que esta fuerza constituida por médicos cubanos que se ofrecieron para salvar vidas norteamericanas, lleve el nombre glorioso de “Henry Reeve”.

Estos médicos —es decir ustedes— podrían estar ya todos allí prestando sus servicios. Han pasado 48 horas y no hemos recibido respuesta alguna a la reiteración de nuestra oferta. Esperaremos pacientemente los días que sean necesarios. Mientras tanto, emplearán su tiempo en cursos intensivos de epidemiología y perfeccionando el idioma inglés. Si finalmente no llega respuesta alguna o no fuera necesaria su cooperación —la de ustedes—, no por ello habría desaliento en nuestras filas —ni en ustedes ni en nosotros, ni en nuestro pueblo. Muy por el contrario, nos sentiríamos satisfechos de haber cumplido nuestro deber y sumamente felices de saber que ningún otro ciudadano norteamericano de los que sufrieron el golpe doloroso y traicionero del huracán Katrina muera sin asistencia médica, si esa fuera la causa de la ausencia de nuestros médicos.

La Brigada “Henry Reeve” ha sido creada, y cualquiera que sea la tarea que ustedes asuman en cualquier rincón del mundo o en nuestra propia patria, llevarán siempre la gloria de la respuesta valiente y digna que han dado al llamado de solidaridad con el pueblo hermano de Estados Unidos, y en especial sus hijos más humildes.

¡Adelante, generosos defensores de la salud y de la vida, vencedores del dolor y de la muerte!

Gracias.

viernes, septiembre 02, 2005

Reitera el Presidente Fidel Castro ofrecimiento de ayuda médica al pueblo de Estados Unidos en el programa televisivo Mesa Redonda, el 2 de septiembre

de 2005

Fue necesario improvisar esta intervención, como sucede a veces, cuando los acontecimientos se precipitan, y ahora voy a explicar por qué.

Ayer se produjo una conferencia de prensa, de las habituales en el Departamento de Estado, con la participación del vocero de ese departamento, Sean McCormack.

Tengo que referirme textualmente a las declaraciones del vocero.

“Sala de prensa del Departamento de Estado, Washington, DC, 12:46 p.m., jueves, 1 de septiembre del 2005.”

A esa hora nosotros estábamos enfrascados en medio de la sesión de la Asamblea Nacional atendiendo cuestiones importantes; pero entre ellas un punto relacionado con la tragedia en Estados Unidos.

El señor McCormack dijo: “Buenas tardes. Quería comenzar con una breve actualización de un tema que sé es de interés para todos los aquí presentes sobre los esfuerzos de ayuda tras el paso del huracán Katrina, así como las ofertas de ayuda del exterior.

“Permítanme comenzar diciendo que hemos recibido numerosas y generosas ofertas de ayudas de gobiernos extranjeros y organizaciones foráneas, y la secretaria Rice, después de consultar con la Casa Blanca, ha dejado claro que aceptaremos todas las ofertas de ayuda exterior. Cualquier cosa que sea de ayuda para aliviar la difícil situación, la trágica situación de la gente del área afectada por el huracán Katrina será aceptada.”

Más adelante continúa:

“Puedo mencionarles una lista. Hasta ahora esto es una lista que crece y se actualiza constantemente, de hecho, cada hora.

“Hemos recibido ofertas generales de ayuda, así como otras más específicas de varios países y organizaciones, que incluyen a Rusia, Japón, Canadá, Francia, Honduras, Alemania, Venezuela, la OEA, Jamaica, la OTAN, Australia, el Reino Unido, Holanda, Suiza, Grecia, Hungría, Colombia, la República Dominicana, El Salvador, México, China, Corea del Sur, Israel y los Emiratos Arabes Unidos.

“Trataré de mantenerlos al tanto de lo que se añada a la lista. Como dije, crece literalmente hora por hora.”

Fue solo más tarde, ya casi de noche, después de terminada la sesión de la Asamblea, que comenzamos a ver los cables, y ni siquiera pudimos leerlos todos. De algunas de las noticias recibimos información por la mañana, hoy, entre ellas la que acabo de leer.

Esto me coloca en la necesidad de esclarecer la posición de Cuba, porque realmente muchas personas amigas, dentro de Estados Unidos y fuera de Estados Unidos, conociendo que es hábito de nuestro país ofrecer cooperación en situaciones como esta, independientemente de conflictos, diferencias políticas, ideológicas, y de cualquier tipo, comenzaron a llamarnos extrañados de que no hubiésemos ofrecido ningún apoyo a Estados Unidos ante la tragedia ocasionada por el Katrina.

Las llamadas se repetían unas tras otras, y por ello fue imprescindible hacer esta declaración, cuyo contenido por sí mismo se explica. Entre otras cosas, se puede apreciar que no se trata de una simple cuestión de relaciones públicas, ni mucho menos, sino de un hecho importante, incluso desde el punto de vista práctico.

Voy a leer una breve cronología del ofrecimiento de ayuda por parte del gobierno cubano al gobierno de Estados Unidos con motivo del huracán.

“25 de agosto de 2005.

“El huracán Katrina azota la Florida provocando pérdidas de vidas humanas y cuantiosos daños materiales.”

“Días más tarde, el 29 de agosto de 2005. Tras alcanzar categoría 4 en la Escala de Saffir-Simpson, el huracán Katrina azota los estados de Louisiana, Mississippi y Alabama. Comienzan a difundirse las primeras noticias sobre la magnitud de la tragedia.”

“El 30 de agosto de 2005 todavía estaban soplando las últimas rachas sobre estos estados, como el de Louisiana u otros del sur, con los que tenemos relaciones comerciales, por lo menos de importantes compras de alimentos. Hemos recibido incluso visitas de autoridades de ese estado y los demás asociadas a esas compras por parte de Cuba a Estados Unidos, que llevan ya varios años de iniciadas.”

Han pasado muchas cosas. Yo he conversado con muchos miles de agricultores, porque a la primera feria vinieron cientos, me reuní con un grupo, después otro grupo, y en estos cuatro años he conversado con miles de agricultores y visitantes norteamericanos, autoridades estatales, gobernadores, senadores, representantes.

De visita estuvo aquí, hace apenas dos meses, la gobernadora del estado de Louisiana, una persona muy tratable, venía, como hacen los gobernadores, interesada por los temas y los problemas del estado, y estos, los más afectados por el huracán, son estados más pobres; la agricultura juega en ellos un papel importante, así como los puertos, por donde exportan los productos.

“A las 11:32 de la mañana del 30 de agosto de 2005, llamo a nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, el compañero Felipe, para pedirle que trasmitiera de inmediato, a través de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana y a través de nuestra Oficina de Intereses en Washington, un mensaje en el que se expresa condolencias al gobierno de Estados Unidos con motivo del huracán y se le ofrece ayuda en el área de la atención de salud, porque sabíamos, por las noticias que llegaban, que allí se estaba produciendo una catástrofe.”

Si en alguna ocasión era importante ofrecer lo que nosotros podíamos ofrecer, fundamentalmente, por la experiencia que tenemos en la lucha contra huracanes y la experiencia en las medidas de protección de la población, evacuación, apoyo, etcétera, etcétera, es en el campo de la atención médica. A raíz de la catástrofe del 11 de septiembre, fue Cuba el primer país en ofrecer apoyo, porque escuchamos las noticias de que los aviones estaban volando y no se podía aterrizar en los aeropuertos. Lo que hicimos de inmediato fue ofrecer nuestros aeropuertos, y después también ofrecimos lo que podíamos ofrecer: asistencia médica, considerando la magnitud del enorme número de posibles víctimas.

Estamos más cerca de Nueva York que California. Una ayuda de Cuba puede llegar primero desde Cuba a Nueva York que de California, son unas tres horas de Cuba a Nueva York. Creo que es el doble de tiempo de California a esa ciudad.

En fin, ofrecimos ayuda médica, no era nada ridículo, a veces para salvar una vida hace falta un grupo sanguíneo raro para una transfusión, una, dos, tres, 10 vidas, ese no es el problema; si se salva una, hay la obligación de salvarla.

“A las 12:45, cumpliendo las instrucciones, la directora interina de la Dirección de América del Norte del MINREX, Josefina Vidal, se reúne con el segundo jefe de la SINA, Edward Alexander Lee, para trasladarle el mensaje indicado de manera verbal y, además, entregarle copia por escrito.”

No perdemos ni un minuto, esa es la verdad. Por aquí está la compañera Josefina.

“Siguiendo las instrucciones recibidas, la compañera Josefina Vidal le expresó al señor Lee textualmente: ‘Queremos hacer un alto’ —aludiendo al estado actual de las relaciones entre Cuba y el gobierno de Estados Unidos—, ‘dada la gravedad de la situación provocada por el huracán Katrina’.” A nosotros nos afectó también, no olviden que cuando iba llegando a la Florida estábamos en la mesa redonda y había derribado postes, había cortado la electricidad.

Fue una cosa casi repentina. La cola del huracán, cuando cruzó la Florida del este al sureste de la península, nos afectó a nosotros también, muchos vuelos fueron suspendidos, otros fue necesario desviarlos, vuelos con pacientes para operarse en Cuba: unos fueron a Camagüey, otros a Holguín; aviones nuestros que tenían que despegar de Venezuela no pudieron despegar.

Al día siguiente, nadie sabía por dónde iba a pasar el huracán, que incluso se acercó a Cuba, crea problemas en Pinar del Río, grandes lluvias; luego gira hacia el norte, dejando lluvias fuertes, inundaciones en algunos lugares, advertencias de penetración del mar, penetraciones del mar en Pinar del Río, hay que ver las fotos. Nosotros estábamos al día siguiente realmente bajo los efectos del huracán también, y simplemente escuchábamos noticias de que se dirigía hacia el norte y que iba adquiriendo fuerza de categoría 4 a 5, exactamente igual que el otro que pasó por aquí hace varias semanas.

Josefina, después de sus primeras palabras, dio lectura al mensaje indicado, cuyo texto es el siguiente:

“Por instrucciones de la dirección del Gobierno cubano, le traslado nuestras condolencias por la pérdida de vidas humanas y los daños materiales causados por el huracán Katrina y le informo de nuestra disposición a enviar de inmediato a las zonas afectadas los médicos y el personal de salud que hagan falta en cualquier parte y, además, tres hospitales de campaña con el personal necesario.”

En cumplimiento de las indicaciones, Josefina concluyó expresando al señor Lee que: “No nos proponemos hacer publicidad con esto. Esperamos su respuesta.” Por eso no la hicimos pública, realmente no publicamos nada. Es que no queríamos que pareciera una cuestión de publicidad.

El mismo día 30, “El jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, Dagoberto Rodríguez, fue recibido, a su solicitud, a las 4:30 p.m. en el Departamento de Estado por el funcionario John Reagan, a quien trasladó exactamente el mismo mensaje que había sido trasmitido en La Habana, dejándole también por escrito el texto del mensaje.”

El día 31, a las 2:15 p.m., “El jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, Dagoberto Rodríguez, asistió a una reunión convocada por el Departamento de Estado con el cuerpo diplomático en Washington, en la que se dio información sobre el huracán Katrina y se dieron indicaciones sobre los mecanismos de información y las instituciones vinculadas a la protección contra desastres.” Realmente a nosotros nos pareció un gesto positivo que al otro día se diera el paso de invitarlo, algo que no suele ocurrir.

Transcurridos dos días, después de nuestra oferta, ayer, 1ro. de septiembre, a la hora que indiqué y mientras estábamos en la Asamblea Nacional, se produce la declaración del vocero, que es la que yo realmente veo hoy día 2. Casi todas las noticias las vimos hoy, estuvimos en la Asamblea hasta las 11:00 p.m., y después recibiendo a algunos visitantes.

Al ocurrir esto, esa declaración de ayer, se produce hoy la lluvia de llamadas. Nosotros no queríamos ninguna publicidad con relación a esto. Pero, ¿qué les vamos a decir a los que llaman? ¿O vamos a quedar nosotros ahora ante toda la opinión mundial con una posición extraña, rara, y que frente a una tragedia de tal magnitud no tuviéramos ni una palabra de condolencia para el pueblo de Estados Unidos?

Hay algo más: Ayer mismo, al comenzar la Asamblea, lo primero que se propone por la presidencia de la misma es un mensaje de solidaridad al pueblo norteamericano, que fue publicado hoy íntegramente.

Dice así:

“Mensaje de solidaridad al pueblo norteamericano.”

“El pueblo de Cuba ha seguido con preocupación las noticias relacionadas con los efectos que el huracán Katrina ha causado en los territorios de Louisiana, Mississippi y Alabama. Informaciones todavía incompletas, permiten comprender que se trata de una verdadera tragedia de dimensiones extraordinarias.

“En términos de destrucción física y daños materiales, se le considera como el más costoso desastre natural de la historia norteamericana. La Cruz Roja de ese país estima que su trabajo será más duro que el que afrontó con motivo del atroz ataque del 11 de septiembre del 2001.

“Decenas de miles de personas están atrapadas en áreas inundadas, han perdido sus viviendas, están desplazadas o refugiadas. La Gobernadora de Louisiana calificó como desesperada la situación en New Orleans, donde las aguas continuaban aumentando su nivel. El Alcalde de esa ciudad declaró que centenares y quizás miles de personas podrían haber muerto allí.

“Este desastre con su enorme carga de muerte y sufrimiento, golpea a toda la población de Estados Unidos, pero azota con mayor fuerza a los afroamericanos, trabajadores latinos y norteamericanos pobres que forman la masa de quienes aún esperan ser rescatados y llevados a lugares seguros y es entre ellos donde se concentra el mayor número de víctimas fatales y de personas que han quedado sin hogar.

“Esas noticias causan dolor y tristeza a los cubanos. En su nombre queremos expresar nuestra profunda solidaridad al pueblo de Estados Unidos, a las autoridades estaduales y locales y a las víctimas de esta catástrofe. El mundo entero debe sentir esta tragedia como propia.

“Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba,

“La Habana, septiembre 1 de 2005.”

Se guardó un minuto de silencio por las víctimas. Fue realmente un gesto emotivo y natural en el sentimiento de nuestro pueblo hacia el pueblo de Estados Unidos, y respetuoso por lo demás con las autoridades, sin ninguna ofensa, sin ningún ataque.

Estamos ante esa situación, las noticias son cada vez más duras, habrá miles, cientos de miles, tal vez millones de personas extrañadas de que Cuba no haya ofrecido apoyo alguno, y estamos aquí al lado. Ningún país está más cerca; está mucho más cerca que Japón, cualquier cosa que haga falta, por modesta que sea, llega más pronto de aquí al sur de Estados Unidos que de Japón o de Asia. Bueno, ellos han hablado, incluso, con admiración, creo que hasta de Sri Lanka, de alguna ayuda ofrecida a pesar de sus dificultades. Los Emiratos Arabes están mucho más lejos.

Bueno, estamos hasta más cerca que Honduras, más cerca que Centroamérica y bastante más cerca que cualquier país de Suramérica. Hemos hecho todos los cálculos, en una hora y cincuenta minutos un avión nuestro puede aterrizar en el aeropuerto internacional más próximo al lugar de la tragedia.

Señalar la verdad y reiterar nuestra disposición a cooperar es la causa fundamental de esta comparecencia, no para criticar, no es ese nuestro ánimo. No se nos menciona en esa larga lista, y tal vez fuimos el primero, porque si usted ve la hora en que se dan instrucciones y se trasmite el mensaje, me parece que fue bastante rápida nuestra oferta y fueron cosas concretas: médicos al lugar de la tragedia, precisamente lo que está faltando ahora en muchos lugares.

Nuestra posición no puede ser de resentimiento o de queja siquiera. Como realmente se le dijo al segundo jefe de la Oficina de Intereses, al señor Lee, que no nos proponíamos hacer publicidad con esto, tal vez se interpretó como que no deseábamos que se hiciera publicidad alguna. Puede haber sido una equivocación, no estoy afirmando que se produjo intencionadamente la omisión del nombre de Cuba; pero aunque se hubiera hecho intencionadamente, no es cosa que nos preocupe, nunca hemos hecho algo para que se nos reconozca o se nos dé las gracias, así hemos actuado no una vez, sino montones de veces.

Estaba Somoza en Nicaragua cuando aquel terremoto tremendo que destruyó la ciudad, de las primeras cosas que llegaron allí fueron hospitales de campaña y médicos cubanos.

No teníamos relaciones con Perú, y otros muchos países, y eso no ha sido obstáculo, de inmediato los hemos apoyado. Acaba de producirse el tsunami al otro lado del mundo, y a dos países enviamos una brigada médica, y eso fue costoso, por lo que cuesta enviar un avión, que no ahorra tanto combustible, digamos, como un Boeing, el nuestro gasta bastante; llevar una brigada médica hasta Oceanía en uno de esos aviones es costoso, es de cientos de miles de dólares, precisamente por el costo hoy del combustible de aviación, y los medicamentos que lleva, y casas de campaña, que no se van a traer otra vez en el avión, quedan allá.

En Santo Domingo, en Haití y en Centroamérica cuando fueron terriblemente golpeados por huracanes que costaron en la última región mencionada decenas de miles de vidas, hicimos algo más. De tales hechos salieron las brigadas que hoy constituyen un movimiento tremendo, de ellos nació también la Escuela Latinoamericana de Medicina que ya es casi, desde el punto de vista de la formación de médicos, como servicio a la región y como servicio a la humanidad, algo extraordinario de lo cual se van a derivar los 200 000 médicos que vamos a formar en 10 años, entre Venezuela y Cuba.

Todo eso nació precisamente siempre del espíritu de cooperar, hoy reconocido en muchas partes, porque incluso en Honduras, donde se habló de que se iban a retirar los médicos, se han producido una serie de declaraciones de la población pidiendo que de ninguna forma los retiren, que están atendiendo 2,5 millones de personas que no reciben otra atención. Todo el mundo se movilizó para que no los retiraran, y nosotros dijimos que nunca, por ningún agravio, retiraríamos una ayuda médica, excepto si el gobierno del país lo solicita. Se quedan nuestros médicos incluso cuando hay guerra, y así pasó en Haití, no se movió ninguno y atendieron enfermos, heridos y a todo el que lo requirió.

Esa es la conducta de nuestros médicos, esa es la ética de nuestros médicos y también los principios de nuestro país. No vamos a enviar una fuerza médica para retirarla cuando surja algún conflicto diplomático, alguna desavenencia, o incluso algunos hechos que son muy ofensivos para nuestro país, nunca haríamos otra cosa.

Esa es la línea, por eso digo que no es este un momento para quejarnos siquiera de la omisión del nombre de Cuba por el vocero del Departamento de Estado. Queremos insistir, más bien queremos reiterar nuestra voluntad de cooperar con el pueblo de Estados Unidos, y con mucha más razón después de lo que hemos visto y lo que el mundo ha visto, por ello aquí queremos expresar textualmente nuestra posición y reiterarla más concretamente todavía:

“Nuestro país está listo para enviar, en horas de la madrugada de esta noche, 100 médicos generales y especialistas en Medicina General Integral, los cuales estarían al amanecer de mañana sábado en el Aeropuerto Internacional de Houston, Texas, el más cercano a la región de la tragedia, para ser transportados por vía aérea” –serían helicópteros fundamentalmente—, “pluvial o terrestre” —anfibios, que a veces penetran zonas muy inundadas—, “a los puntos aislados de refugio, instalaciones y barrios de la ciudad de Nueva Orleans donde se encuentre población o familias requeridas de atención médica urgente o primeros auxilios. Dicho personal iría equipado con mochilas que contendrían 24 kilogramos de medicamentos esenciales en esas situaciones para salvar vidas, e instrumentos mínimos de diagnóstico.” Tienen que tomar la presión, pulso y otros parámetros, todos esos mínimos recursos para hacer un dictamen clínico, en lo cual tienen mucha experiencia los médicos nuestros, porque hay en este momento decenas de miles de ellos en el exterior, y en muchos sitios no había un rayos X, un ultrasonido, no hay nada, ni un examen siquiera de sangre o heces fecales, llegan y clínicamente diagnostican, con altísimo nivel de precisión. Casi son expertos clínicos, ya que están habituados a trabajar en zonas del Tercer Mundo donde carecen de equipos para el diagnóstico. “Podrán actuar aislados o en grupos de dos o más personas, según las circunstancias, por el tiempo que sea necesario.

“De la misma forma, Cuba está lista para enviar por la vía de Houston o cualquier otro aeropuerto que se le indique, 500 especialistas en Medicina General Integral adicionales, igualmente equipados, que estarían en el punto de destino en horas del mediodía y la tarde de mañana sábado, 3 de septiembre.

“Un tercer grupo de 500 Especialistas en Medicina General Integral sería enviado, cuyos integrantes podrían arribar durante la mañana del domingo 4 de septiembre. De este modo, en menos de 36 horas, 1 100 médicos de estas características y con los recursos señalados” —las mochilas—, “que equivalen a 26,4 toneladas de medicamentos y recursos diagnósticos” —principalmente medicamentos— “estarían prestando sus servicios a las personas más urgidas de atención, tras el paso de un huracán como el Katrina.”

Y el daño que dejó, en las condiciones de una zona llana, baja, muchos ríos. Es decir que ahí han ocurrido parece que accidentes también, alguna presa, diques que se fueron, todas esas situaciones. Un huracán es un huracán, de categoría cinco igual. El de aquí entró en Cienfuegos con categoría cuatro.

Entró con más fuerza, incluso, al acercarse.

“Este personal médico dispone de la experiencia internacional y los conocimientos idiomáticos elementales para atender a los pacientes.

“Solo esperamos respuesta de las autoridades de Estados Unidos.”

Nuestros médicos han estado en Sudáfrica, en muchos lugares de habla inglesa, hasta en zonas de dialectos, incluso; pero es muy fácil entenderse con el médico. Los niños, por ejemplo, de ocho meses no hablan, los médicos los diagnostican, simplemente son capaces de diagnosticar, a veces no hace falta ni el idioma; pero tienen los conocimientos elementales necesarios.

La importancia de esta proposición se puede deducir de un cable procedente de Nueva Orleans, de hoy 2 de septiembre, de la agencia EFE, y que dice textualmente, vale la pena leerlo.

“Sin electricidad en hospitales, las farmacias de Nueva Orleans bajo más de un metro de agua, miles de pacientes sin asistencia sanitaria y la creciente amenaza de brotes infecciosos, la salud de decenas de miles de personas afectadas por el huracán ‘Katrina’ está en peligro.

“La crisis que vive Nueva Orleans y grandes áreas del sur de Louisiana se ve agravada por el hecho de que la mayoría de las decenas de miles de personas atrapadas por las aguas son las más pobres entre los pobres del país, individuos que sufren más enfermedades mentales y físicas que otros grupos sociales.

“Una trágica muestra de los problemas sanitarios que ‘Katrina’ y las inundaciones que le acompañaron han traído a los habitantes de Nueva Orleans se podía observar el jueves en las puertas del Centro de Convenciones de la ciudad, donde se han refugiado entre 20 000 y 25 000 personas.

“En una de las paredes exteriores del Centro descansa el cadáver de una anciana, sentada en su silla de ruedas y cubierta con una manta. En otro extremo del Centro de Convenciones un par de personas administraban un masaje cardiaco a un hombre que yacía inconsciente en el suelo, en un vano intento por salvar su vida.

“Ancianos, niños y enfermos de entre los pobres de Nueva Orleans —donde según cifras oficiales cerca de un tercio de sus 1,4 millones de habitantes son pobres—,” casi medio millón, “los más vulnerables son los que están pagando el mayor coste del desastre.

“Algunos expertos han empezado a advertir sobre las consecuencias psicológicas que el caos y violencia que imperan en Nueva Orleans tendrán sobre los niños que viven de primera mano la crisis, en algunos casos separados de sus padres.

“Otra preocupación que los expertos empiezan a airear es el de la aparición de brotes infecciosos de enfermedades como el cólera o la fiebre tifoidea.

“El 80 por ciento de Nueva Orleans se encuentra bajo el agua. Las autoridades temen que centenares, probablemente miles de personas han muerto en los pasados días y están atrapadas por las aguas en los áticos de sus viviendas.”

Estamos hablando de prestar apoyo a personas atrapadas en un edificio, en un estadio, en donde sea, en una aldea, personal médico que va allí donde los ubiquen, con los medicamentos. Ese personal médico puede salvar la vida en casos como el del hombre que recibía masajes por ataque cardiaco, y un medicamento para esos casos u otros problemas serios los puede resolver un médico y su mochila de medicamentos esenciales. Quién sabe si a lo mejor habrían podido salvar a la persona que estaba en la silla de ruedas, habría que ver por qué murió.

Es decir, no estamos ofreciendo médicos para Disneylandia o para hospedarse en hoteles de cinco estrellas.

“Con temperaturas que superan los 30 grados centígrados” —eso no es nada para un médico cubano—, “los cuerpos en descomposición de personas y animales se convierten rápidamente en un caldo de cultivo de bacterias.

“Además, las alcantarillas del área metropolitana de Nueva Orleans han vaciado su contenido en las aguas estancadas en las calles de la ciudad, por donde están obligados a deambular sus habitantes que intentan escapar.

“Y por si fuera poco, se pueden observar claramente desde el aire manchas de peligrosos productos químicos que flotan en las aguas procedentes de empresas e industrias, como las refinerías o las explotaciones agrícolas, situadas en los alrededores de Nueva Orleans.

“Los expertos advierten que el contacto con estas aguas puede causar infecciones a las personas.

“La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) advirtió que la población se debería abstener de consumir ‘productos perecederos como carne, pescado, leche y huevos que no están refrigerados de forma apropiada, que pueden causar enfermedades si se consumen, incluso si se han cocinado de forma apropiada’.”

Para todos estos problemas es esencial un profesional allí en aquellos lugares, donde puede no haber un médico, qué tipo de alimentos, si en circunstancias puede ser de latería. El problema es que llegue un primer auxilio rápido, que atienda y salve vidas en 24 ó 48 horas, mientras se organiza. Puede haber cientos de lugares así, y el número de vidas que pueden salvarse o perderse no es calculable.

Aquellos con su mochila de medicamentos, bien distribuidos en cientos de lugares diferentes, pueden ser extraordinariamente útiles.

Se supone que hasta pueden informar, si tienen algún medio de comunicación, qué necesitan y ya es mucho más fácil, diagnostican, avizoran si se va a producir una epidemia, ven los primeros síntomas. No pueden ser inútiles.

Si hay una circunstancia en que hace falta es esa, donde pueden cooperar muchos médicos que hayan ido a las selvas, a las mesetas, a cualquier parte; no porque sean cubanos, no es un enemigo que va allí a matar, es un profesional, de los cuales tenemos decenas de miles hoy en otros países, donde otros no van.

“FDA añadió que ‘no se coma ningún alimento que haya estado en contacto con las aguas de la inundación’.

“Con las desesperadas peticiones de agua y comida por parte de las miles de personas atrapadas en el Superdome y el Centro de Convenciones” —no sé si ya los habrán evacuado—, “que en algunos casos no han comido en los últimos tres días, hay muchas posibilidades de que las advertencias de FDA —en el caso de que sean oídas por los damnificados— no tengan mucho efecto.”

Este cable llegó hoy, lo he recibido unas horas antes de esta comparecencia.

Por eso vengo a ratificar la oferta. Fuimos tan leales a la idea de que no queríamos publicidad, que han pasado tres días y nada se conoce de nuestra disposición. Todo el mundo ha dicho: “Yo ofrecí esto, yo ofrecí 50 000 dólares, yo ofrecí no sé qué cosa.” Nosotros ofrecemos vidas, salvar allí 10, 100, 500, 1 000; ayudar a que se tomen medidas que pueden salvar decenas de miles, aunque sea evitar el triste espectáculo que el mundo está viendo.

¿Van a rechazar nuestra cooperación por las cosas ocurridas entre ambos países? Yo creo que sería útil al mundo y un buen ejemplo, no solo de parte nuestra, sino también de parte de ellos, porque estos fenómenos se pueden repetir.

Hoy hablaban unos expertos norteamericanos que puede ocurrir un gran huracán como este en el término de un mes o dos, más violento que este que pueda golpear a Estados Unidos.

Así que nuestro gesto es un gesto sincero y de paz, no busca publicidad, no pone condiciones de ningún tipo, ni que quiten el bloqueo, ni nada de eso. Nunca hemos puesto condiciones a nadie, enviamos apoyo de lo que tenemos y tenemos eso; no disponemos de gran capital financiero. Los gastos los cubrimos nosotros, del pasaje, del combustible; no hace falta siquiera adquirir combustible allí, está cerquita. Pueden ir allí o a otro aeropuerto, o a una base militar, si hay una base militar y los llevan a la misma. No van a hacer declaraciones ni a buscar publicidad, que quede bien claro todo esto.

Tenemos la esperanza, ya que hoy se ve otro cambio, la propia Secretaria de Estado dice que aceptarían cualquier ayuda. Esto significa que si viene de Marte la ayuda la recibirían; pero no es de Marte, es de una islita que está aquí, a unos minutos de aquel lugar, y que tiene un derecho moral de hablar de la posibilidad de enviar médicos, es algo ya reconocido por el mundo.

Lo que deseamos no es criticar, no es poner en aprietos al gobierno de Estados Unidos, estamos conscientes de que las autoridades están pasando un momento difícil, críticas fuertes. Nosotros no somos ese tipo de políticos —vamos a llamarnos políticos, por si la palabra revolucionarios asustara a alguien— que aprovechen oportunistamente determinadas situaciones para golpear a un adversario, quiero aclararlo, porque es un espíritu real de cooperación.

Una vez más digo que no es la primera vez. Estamos absolutamente ajenos a toda posición confrontacional con Estados Unidos o con su gobierno, ya di la palabra, digo: “Vamos a hacer un alto”. Y no pedimos nada, y sí todos esos medicamentos corren por nuestra cuenta, y el transporte y todo lo demás.

Allí no sé, si llegan a una aldea, me imagino que tendrán allí lo que les ofrezca la gente, no sé si lleven un poco de agua, pero nuestros médicos saben pasar sed, sufrir calor y estar sin alimentos junto con los pacientes. Cuando han estado en algunos lugares les hemos enviado alimentos, preocupados por ellos, y lo que han hecho es que se lo han entregado a los pacientes.

Maestros por cuya salud hemos estado preocupados y cuando les hemos enviado algo se lo han entregado a los alumnos, y un médico nuestro que reciba algo se lo entrega a un paciente primero, esa es la ética en que están formados esos médicos, que no son uno ni dos, son ya decenas de miles, ahora, en este mismo momento, y decenas de miles más aquí.

Acabamos de graduar hace unos días 1 610 jóvenes de otros países, ya terminaron sus estudios con una buena experiencia. Alrededor de este momento deben haberse graduado casi 2 000 médicos cubanos más con experiencia clínica, constituyen reservas. Aquí hay de vacaciones muchos de los que están en misiones en el exterior, con experiencia. Enviaríamos a los lugares más golpeados, fundamentalmente médicos con experiencia. Ya sabemos los que irían. No esperamos más que la respuesta, y ojalá se produzca de inmediato, para no perder un minuto.

Todas las medidas están adoptadas, moviéndose todo: mochilas, medicamentos, ropa, todo, porque hacía ya tres días de nuestra oferta y no podíamos tener a los hombres movilizados permanentemente. Lo que sí sabemos es el tiempo en que los movilizamos, y sí sabemos que la única forma de llevar el medicamento a todas esas personas que aparecen en las escenas de la televisión en cuestión de horas, porque al amanecer, a las 12 horas del momento en que hablo, pueden estar allí en el aeropuerto de Houston, y de allí en helicóptero, a los puntos donde los necesitan en muy breve tiempo.

Un helicóptero no necesita una pista, aterriza en un lugar donde le suministran combustible, y lleva el personal médico a cualquier lugar, es lo ideal; pero a veces puede ser un lugar donde llegue un barco o una lancha rápida, o a veces un carro anfibio, y hay hombres de la Guardia Nacional, soldados norteamericanos en esa tarea. Estoy seguro de que todos van a colaborar, y sería un buen ejemplo para el mundo que médicos norteamericanos, médicos cubanos, ciudadanos, no importa lo que sean, en esa especie de alto, en esa especie de tregua, ayudaran a salvar a otros.

Es una guerra no entre seres humanos, es una guerra por la vida de los seres humanos, es una guerra contra las enfermedades, contra las calamidades que se puedan repetir, y una de las primeras cosas que debiera aprender este mundo especialmente ahora, con lo cambios que se están produciendo y los fenómenos de este tipo, es a cooperar.

Allá a Indonesia fueron nuestros médicos, a Sri Lanka. En Timor Leste están nuestros médicos, y aquí estarán pronto preparándose cientos de médicos de allá. Creo que está del otro lado del mundo, entre Oceanía y Australia. Hace algunas semanas enviamos una delegación, fue, vino, conversé largamente con la misma, conozco la situación, los médicos que hay. Tenemos un programa también para formarles, en unos pocos años, cientos de médicos, todos los que necesitan. Ese es un país de habla portuguesa, muy heroico, que perdió decenas de miles de vidas en el proceso para alcanzar la independencia.

De esto no hemos hablado una palabra. Me veo obligado a decirlo aquí hoy, un poco para que nadie dude de cómo son las cosas y se quiten un poco de reflejos condicionados de la cabeza, porque lo que hay ya no son únicamente mentiras inculcadas, sino reflejos condicionados creados en la mente de muchas personas.

Además —como les decía—, tenemos muchos amigos en Estados Unidos, y alrededor de 200 personalidades, autoridades administrativas de esos estados del sur, con los que compañeros nuestros tienen relaciones, porque constantemente se comunican en un sinnúmero de actividades relacionadas con la compra, embarque y transporte de alimentos, pago de los mismos, porque ya llevamos cuatro años pagando esos alimentos al contado, sin un minuto de retraso y sin un centavo menos de lo que se debe pagar. Se han desarrollado relaciones realmente buenas, de confianza, se les enviaron a las autoridades, a todos, nuestras condolencias, y reaccionaron muy bien, y agradecidos, les dijimos que habíamos informado de eso a las altas autoridades de Estados Unidos, y a todos les dijimos que queríamos actuar con discreción.

Ellos deben saberlo bien, y testigos no se sabe los que hay, pero no importa. No se trata aquí de discutir o polemizar. No le pedimos a nadie que se autocritique, ni estamos criticando a nadie; estamos proponiendo algo realmente constructivo que nos parece justo, y con hechos prácticos, concretos, inmediatos, y en cuestión de horas, a las 7:00 de la mañana puede estar allí, con sus mochilas, que están ya listas, el personal, los primeros 100 listos. Esos son los primeros 100, para que puedan llegar al amanecer. Los otros comenzarán a llegar al mediodía, y por la tarde, un segundo grupo de 500 y otros tantos el domingo.

En este momento se han operado 64 367 pacientes venezolanos y caribeños, a través de la Misión Milagro, a un ritmo de 1 560 diarios. Calculen ustedes cuántos aviones vuelan trayendo y devolviendo pacientes para operar de la vista esa cifra de personas. Tenemos una fuerza aquí preparándose, tenemos un gran número de intensivistas, si en algunos hospitales de emergencia, con motivos del huracán los necesitan, podemos enviarlos.

En Estados Unidos cuentan con muchos médicos y recursos, pero tienen también una situación especial en una zona específica, por un problema específico. No es ninguna deshonra. Lo que sí estoy seguro de que es muy difícil en 12 horas, en 24 horas, situar allí donde está aquella gente del sur, todo el personal necesario. No se improvisa un médico para situaciones extremas, un clínico entrenado para esa tarea no se improvisa, ni hombres que lleguen a donde sea. No es la primera vez, esta no es una experiencia nueva para Cuba.

Es lo que quiero decir. Hay más de 200 personas que conocen ya eso y se les dijo a todos que les habíamos avisado a las autoridades de Washington y que queríamos discreción. Los demás pueden juzgar si fue o no correcto pedir a ustedes que me dieran unos minutos para explicar esto, para dirigirme al pueblo norteamericano y dar una respuesta para que no piensen muchos que somos vengativos y por el hecho de nuestras diferencias con Estados Unidos no queramos ayudar. Y vuelvo a repetir, ¡no pedimos nada! Es que realmente no necesitamos nada.

Medicamentos sí, todos los que quieran. Equipos allí de ellos, no para Cuba, sino para salvar vidas y atender norteamericanos, y si quieren más médicos, si quieren 1 000, 1 000 más, si quieren 5 000, 5 000 más, los tenemos y sabemos dónde están, y que manejan equipos de rayos X, ultrasonido, endoscopio, y para muchas enfermedades. Usted puede tener muchos equipos, pero hay que ver si tiene de inmediato a toda la gente que los maneje. El problema es la rapidez con que lleguen. Es lo único que digo.

Expreso en esto la buena voluntad de nuestro pueblo, los sentimientos amistosos que siempre ha tenido hacia el pueblo norteamericano, demostrado a lo largo de 46 años, uno de los pocos países del mundo donde nunca se ha quemado una bandera de Estados Unidos, donde nunca se ofende a un norteamericano, ese es el aval; estamos agradecidos del pueblo que apoyó el regreso del niño, del pueblo que en número creciente apoya que se haga justicia con nuestros compañeros, del pueblo en que confiamos que un día junto a nosotros construya vínculos de amistad y no únicamente para ayudarnos mutuamente, sino fundamentalmente para ayudar a otros.

El gobierno de Estados Unidos y el Congreso aprobaron 15 000 millones para luchar contra el SIDA, pero el dinero no resuelve el problema del SIDA, si no hay médicos en las aldeas de Africa. Y no existen esos médicos, los tenemos nosotros y cada vez más los vamos a tener por decenas de miles.

El Caribe va a tener miles de médicos, los vamos a ayudar a prepararlos y hemos preparado ya cientos de ellos, que hablan inglés, y un inglés perfecto.

El mundo necesita médicos, médicos que vayan a esos lugares. Centroamérica los va a tener, los tiene incluso, y somos toda una familia.

Y si hacen falta equipos con urgencia para apoyar a las personas afectadas, Cuba dispone de ellos, están en los almacenes listos, los mismos que nosotros hemos adquirido para nuestros programas; mientras estamos construyendo, siempre hay una reserva. No los vamos a sacar de nuestros centros de salud. Se trata de equipos destinados a otros puntos, que pueden reemplazarse en cuestión de semanas.

También hemos advertido allá en Washington que se iba a realizar esta comparecencia y que no tenía un propósito confrontacional, sino reiterar nuestra oferta. A las 5:00 de la tarde se le informó aquí en la Sección de Intereses, y allá en la capital de Estados Unidos se le informó también, ellos no están conociendo esto por la televisión y sabían el espíritu que la animaba. Ojalá todos saquemos una lección provechosa y una lección útil, algo útil de esta colosal y triste tragedia que ha ocurrido en ese país.

Me parece, Randy, demás compañeros y compatriotas, que no tengo nada más que añadir, ni debo añadir nada más a lo que he expresado.